VIEJA GRADA ELEVADA

¿Queremos ser un Zaragoza o un Osasuna?

RCDEPORTIVO

La noite meiga del pasado día 23, se convirtió en una profunda decepción para todo el deportivismo. Nos habíamos hecho muchas ilusiones. Y además esas ilusiones estaban bastante fundadas. Sin terminar de enamorar del todo, el equipo dio sobradamente la talla en los últimos partidos de la liga regular y en los tres primeros partidos del llamado play-off. Vimos un equipo que lo dio todo en el terreno de juego, sobre todo pelea no exenta en algunos casos de cierta calidad. Como para ilusionarse y tener la convicción de que el éxito era no solo posible sino lo más probable después del partido de ida contra el Mallorca.

Algunos se empeñaban en recordar la famosa frase de Arsenio sobre “la fiesta que te quitan de los fuciños”. Esa sentencia fue premonitoria. Nos quitaron el ascenso de los fuciños de la manera más dura y en la noche más mágica para la ciudad de A Coruña. No voy a entrar en el análisis del partido. Ya lo han hecho numerosos medios y huelga ya decir nada. Con independencia de debates ventajistas sobre alineaciones y responsabilidades puntuales, creo que una vez más debemos destacar lo fina que es la línea entre el éxito orgásmico y el fracaso más frustrante.

¿Nos imaginamos que hubiera entrado el cabezazo de Pablo Marí en el minuto 94? Lo más fácil hubiera sido meterla y la diferencia, entre la gloria y el abatimiento, dudo que llegue a los veinte centímetros. Lo mismo podíamos decir de aquel buen disparo de Quique Gonzalez. Unos centímetros o una mínima reducción de velocidad y reflejos del portero, hubieran significado el 2-1. Con todo lo mal que se hizo, convengamos que el Mallorca ha marcado tres golazos difícilmente repetibles en el mismo partido en una categoría como la Segunda Dvisión y nosotros no hemos marcado dos más acordes a dicha categoría, por un poquito.

No quiero justificar nada. Pero estas cosas pasan. De estar eufóricos todavía hoy con el subidón, pasamos a la depresión más absoluta. Veinte centímetros.

Ahora llega la reflexión. ¿Qué fue lo mejor de este play-off? Sin lugar a dudas la comunión entre la afición y el equipo que se ha producido en los partidos de Riazor. De eso quería yo escribir y lanzar una reflexión ante todo el deportivismo que me lea. No soy nadie. Un socio más. Pero un socio veterano que ha visto mucho al Deportivo en 2ª y aún en 2ªB y 3ª.

La reflexión que nos tenemos que hacer todos, presidente, Consejo de Administración, cuerpo técnico, jugadores y afición, es la de que tenemos que funcionar durante la temporada como hemos funcionado en este período que nos llevó a las puertas del ascenso: los directivos trabajando y dando lo mejor que saben y pueden. El director deportivo, analizando los aciertos y los errores, para evitar en lo posible repetir estos ultimos. El entrenador tomando decisiones valientes pero sensatas, y los jugadores dándolo todo en el campo como lo han hecho en el play-off. Si, incluyo el último partido en el que creo que lo que no falló fue la entrega, sino el carácter, la inteligencia y algunas dosis más de calidad.

La pregunta es ¿Queremos ser el Osasuna? Pongamonos todos a ser el Osasuna, que no olvidemos estuvo en el inicio de este campeonato en puestos de descenso, mientras nosotros estábamos mas o menos arriba, al menos en puestos de play-off y a escasos puntos del ascenso directo. En ningún momento se quebró esa comunión en Pamplona. Ni siquiera cuando, hace dos temporadas, estando en Primera descendió de colista con muchas semanas de antelación al final de liga. Bien lo sabemos que allí estuvimos en uno de los últimos partidos, con el Osasuna ya descendido. Yo estuve en ese partido y lo vi. Tampoco se quebró la comunión cuando la temporada pasada no entró ni en play-off. Hubo paciencia.

En Zaragoza, sin embargo, se creyeron más aristócratas, se decepcionaron con la realidad y ya van por siete temporadas en segunda. Un club histórico, con títulos europeos y con una ciudad de casi 800.000 habitantes de respaldo, la quinta de España.

En el futbol de hoy, de topes salariales, imposibilidad de endeudarse y controles financieros, la aristocracia importa muy poco. Por eso el Eibar lleva tantos años en Primera y el Zaragoza tantos en Segunda. A ese futbol de hoy, no le puedes ir de cara diciendo “Oiga, que yo gané una Liga. Que yo tuve a Bebeto….” porque la respuesta es bien clara. Te dirán que muy bien, que intentarán hacer otro Informe Robinson, que está de maravilla y sirve para alimentar la emoción de los que lo hemos vivido, pero en nada aporta en la situación de hoy, salvo la belleza del recuerdo, que no es poco. También te dirán: “Déjese de historias, ¿Cuántos ingresos tiene usted? ¿Cuánta deuda tiene usted? ¿Qué patrimonio tiene usted? ¿Qué gastos estructurales tiene usted? ¿Cómo está su ratio deuda/ingresos ordinarios?”.

Y el responsable de turno del club tendrá que contar y justificar todo eso y le dirán “Mire, por todo eso la temporada que viene el coste de plantilla que puede permitirse es de nueve millones de euros” y no le digamos: “Oiga, que soy el Deportivo. El de Bebeto, el del centenariazo”, como los viejos aristócratas sin liquidez y sin adaptación a los tiempos que tan bien reflejaba Berlanga en su cine. Debemos de asumir la realidad en crudo.

Por eso debemos preguntémonos: ¿Zaragoza u Osasuna? A estas alturas todo el mundo habrá apostado por la segunda opción.

Pero la segunda opción requiere que todos los estamentos del club espabilen, se renueven y adapten a la realidad. Que los futbolistas lo den todo, pero acostumbrándonos al famoso “más hombres que nombres”, que como bien leo hoy en un diario local lo que han fallado en el proyecto precisamente son los nombres, más que los hombres. El hambre y la motivación es esencial en un proyecto de esta categoría.

Pero requiere también que la afición, esa maravillosa y numerosa afición que tenemos, adopte el modo Osasuna y no se desespere si al principio las cosas no salen. Es lo que toca. Y que no se hagan visibles (que ya se están haciendo) sectores que apuestan de forma suicida por hacerle la vida imposible al entrenador de turno, al presidente de turno, al director deportivo de turno. Apoyo y sosiego. Eso es lo que entiendo por modo Osasuna. Requiere no mirar al pasado salvo para celebrar aniversarios de lo que hemos logrado. No enfrentar al pasado con el presente, ni con el futuro. Que nadie se enfade cuando se habla de la deuda, que es una realidad y dificultad objetiva, pero que no pienso que hablar de ella sea necesariamente cargar contra nadie y menos contra el pasado, empeñados algunos en una doctrina negacionista que conduce al absurdo.

Observo que una inmensa mayoría del deportivismo está en esa línea que me agrada. Que a pesar de la brutal desilusión, hay unas ganas enormes, más que nunca, de que salga la campaña de abonos e ir a buscar el correspondiente documento acreditativo cuanto antes. En eso están mis amigos, toda la gente que conozco, mis familiares, los que viven en Coruña y hasta alguno que vive en Dublín. Muchos conocidos con los que me escribo. Hoy mismo he visto un soplo de aire fresco cuando en otro diario local me encuentro con declaraciones de representantes de peñas deportivistas, que pocos días después del chasco enorme, hacen un llamamiento a continuar el apoyo al equipo y a retirar cuanto antes los correspondientes abonos. Entre ellos está Paco Roca, el de la peña Vilalba, al que no tengo el gusto de conocer, pero que sigo mucho en sus ponderadas declaraciones y actuaciones. Este señor representante de la peña deportivista más antigua, es un ejemplo de lo que yo quiero expresar.

Dejémonos de rencores, de cainismos, olvidemos la Junta de Accionistas hasta que llegue el momento. Fuera amenazas de no se qué indocumentados van a echar a no se quién. Todos estos líos a mi y a la inmensa mayoría del deportivismo ni nos gustan, ni nos importan, ni les dedicamos medio minuto. A estas alturas, me da igual quien sea el presidente del Deportivo.

A apoyar señores, a apoyar al club. Lo que no significa que no digamos lo que no nos guste, faltaría más, pero siempre con la ponderación y construcción necesaria. No jugar a la destrucción suicida que nos “zaragocize” muchos años. O nos “mallorquinice”. Porque el que hoy celebra tanto su victoria sobre nosotros, no ovidemos que descendió en 2013 con Zaragoza y Deportivo, no pisó la Primera hasta ahora, mientras nosotros estuvimos cuatro años en ella, pasó por 2ªB y pertenece ahora a un inversor norteamericano. ¿Queremos eso también? ¿Negamos a coruñeses su derecho a comprar acciones y nos gusta un americano? Acudo también a Berlanga para explicarlo. Bienvenido Mr. Marshall, que aquí alguno roza tanto el patetismo paleto del pueblo de la película que no le valen ni Martínez ni Fernández, ni similares.

¿Queremos ser un Zaragoza o un Osasuna?
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