No, amigas y amigos. Para variar no voy a hablar de geometría, de la horizontalidad de las líneas. Pero tras este tema interesante hay otros más preocupantes para el Deportivo que sí voy a abordar. Hablaré de tradición e identidad y, sobre todo, me preocupa hablar de financiación de nuestro querido Real Club Deportivo.
Dentro del respeto a todas las opiniones que se han expresado sobre la primera equipación de la temporada 2019-2020, creo que debemos reseñar un tema relevante. Al margen de gustos estéticos, todos respetables. Al margen de la identificación mayor o menor de cada uno con un diseño rompedor, también respetable. Hasta es lógico que existan personas que les resulta difícil o imposible identificarse con una camiseta tan diferente a la que estamos acostumbrados. Desde mi humilde opinión no resulta fácil defender su rechazo por cuestiones históricas, de tradición o de identidad, y menos considerar que es una “traición” que merece la excomunión de los responsables e incluso de los posibles compradores o llamar al boicot.
Creo que tenemos, en general, un conocimiento muy escaso de la historia del Deportivo y va siendo hora de que el propio club promueva una obra completa sobre dicha historia, que aclare numerosas cuestiones que hoy son de un gran desconocimiento del gran público deportivista. Me incluyo, por supuesto. El resumen que figura en la web del club, con ser interesante y mejor que nada, resulta muy escaso para lo que debemos conocer.
Así se evitarían muchas polémicas. No sé si resulta conocido que el Deportivo ha cambiado doce veces el escudo e innumerables veces de camiseta, que empezó siendo gris, utilizándose los primeros años distintas tonalidades de ese color. El azul, a lo largo de la historia, ha tenido numerosos matices. No he visto sesudos estudios sobre el azul más claro o más oscuro para limpiar la pureza de no sé muy bien qué. Las rayas horizontales han acompañado a antiguas secciones del club y a las clásicas banderas deportivistas durante toda la vida, sin que a nadie molestasen.
Creo que tenemos, en general, un conocimiento muy escaso de la historia del Deportivo y va siendo hora de que el propio club promueva una obra completa sobre dicha historia, que aclare numerosas cuestiones que hoy son de un gran desconocimiento del gran público deportivista
El pantalón, negro en origen, ha acompañado a la camiseta blanquiazul en diversos momentos de la historia. Las medias también negras en origen, han acompañado en algún momento al blanquiazul. No se tienen noticias de polémicas al respecto.
Las franjas, han sido más anchas o más estrechas en muy distintas dimensiones durante muchísimos años. De hecho la camiseta de hace dos temporadas todavía era más rompedora que la propuesta para esta temporada, porque prácticamente casi no se pueden denominar franjas lo que tenía, sino medio frontal blanco y medio frontal azul. No he visto exorcismos por este motivo.
La camiseta estéticamente más revolucionaria, a la par que exitosa, de la historia del Deportivo, es en mi opinión la del ascenso contra el Murcia y los años siguientes. Recordemos, una raya ancha horizontal, otra mixta horizontal vertical en ángulo, dos verticales estrechas frontales y dos verticales anchas en los costados. Números en las mangas rodeados de dos pequeñas franjitas horizontales. Una ensalada revolucionaria, en definitiva. Marcó una época pues fue un paso de gigante en la modernización estética de la imagen del club. Aún encima el balón entró. No recuerdo grandes polémicas ni comunicados de ningún tipo. Todavía hoy los coleccionistas la compran.
Que decir de la publicidad en las camisetas. Fue una revolución cuando el futbol empezó a hacerse global y a necesitar ingresos procedentes de la imagen. En este tema, en algunos clubes hubo resistencia. El Athetic, el propio Futbol Club Barcelona. En el Deportivo se aceptó, sin que hubiera el mínimo atisbo de oposición, a las entrañables marcas Leyma y Feiraco. Pero tampoco a las más sospechosas Dreamcast y Fadesa. Por más que la primera estuviera vinculada a una multinacional del videojuego, con lo que significa en materia de adicciones infantiles, y la segunda a un modelo de empresa que muchos calificarían de “especuladora”. No vi pronunciamientos integristas, defensas de la tradición, sumos sacerdotes del templo de la pureza. Nuestra identidad seguía tranquila admitiendo novedades sin parar. Evolución.
Mi opinión es que dado que todas las temporadas tenemos camiseta nueva, lo ideal es combinar y durante un año ofrecer un modelo más clásico, para al siguiente ofrecer otro más novedoso. Aunque es mejor, para nuestra salud mental, que la novedad no incorpore con frecuencia tanta enjundia como en esta ocasión.
No quería escribir mucho de la camiseta, pero me salió así y lo mantengo. No quería hacerlo porque realmente me preocupa más otra cosa. Me preocupa que uno de los argumentos empleados para cuestionarla sea una vez más un cierto desprecio del “marketing” o del “negocio” en nombre del odio al futbol moderno, sobre el que ya escribí en su día.
Parece un pecado que el club desarrolle una política comercial atractiva y que venda productos con su imagen, que cambie de camiseta. Como si el negocio fuera para algún particular, cuando en realidad es para nutrir las arcas, tan necesitadas, del club de nuestros amores, que todavía debe, y eso parece que nunca fue pecado, 82 millones de euros procedentes del concurso de acreedores. Si hay que hacer alguna crítica al respecto yo diría que debe mejorar mucho más esa política comercial. Debe haber más productos. Debe haber más agresividad en la venta.
A algunos no les gusta que su club ingrese. Nada de marketing. Los abonos que bajen. La televisión es el diablo. Mejor jugar el día y la hora que a mí me de la gana. Nada de prostituirse a la televisión por dinero. Los patrocinadores, que pongan el dinero pero con cuidado. No vaya a ser que se dediquen a algo que no me gusta o que sean accionistas y no apoyen al presidente que yo quiero.
Parece un pecado que el club desarrolle una política comercial atractiva y que venda productos con su imagen, que cambie de camiseta. Como si el negocio fuera para algún particular, cuando en realidad es para nutrir las arcas, tan necesitadas, del club de nuestros amores
No acabo de entender esa aversión, reciente, a que el club recolecte la mayor cantidad de recursos posibles. Digo reciente porque hace no tantos años no veía ningún problema en nadie que tuviera la piel tan fina en este tema. Ahora no es que sea fina, es que algunos no tienen ni piel, están en carne viva. Precisamente hoy, que tal y como funciona el futbol o maximizas tus ingresos o estás muerto. No digo nada si, aún encima, estás en Segunda División.
Y lo curioso es que esa aversión, tan minoritaria como molesta, suele coincidir con aquellos a los que no le vale ningún fichaje porque resulta que no tienen nivel y hay que ser ambiciosos. No le valen las ventas de jugadores, a los que de paso califican de indeseables como mínimo, salvo inexplicables excepciones. En esa aversión, lejos de rechazar de verdad los mercados caros y los jugadores exquisitos, no les vale la austeridad ni se dan por enterados de que el gasto en plantilla va en función de los recursos disponibles liberados de deuda. O lo que es igual: no quieren recursos y les duele el estómago si se habla de deuda.
Tampoco valoran cuestiones importantes de orden social, como la excelente iniciativa (doy fe porque alguna vez la he empleado) de los buses de Destino Riazor, la financiación de desplazamientos, que lo consideran una obligación del mismo club cuyas fuentes de recursos cuestionan. No les hablemos del equipo femenino, de la Liga Genuine, del mantenimiento de la ciudad deportiva, de las inversiones en ella o en el estadio.
Amigas y amigos, todo depende de los recursos económicos, lamentablemente. Hasta las cosas más pequeñas. Vease que hasta la peña más modesta tiene siempre la iniciativa de disponer de un pequeño merchandising de bufandas y camisetas para financiar sus desplazamientos de ánimo al club o la típica comida anual donde tanto deportivismo se hace. Y a nadie se le ocurre cuestionar, ni tampoco al club, si dichas bufandas o camisetas son acordes con la tradición, los colores corporativos y la identidad.
De hecho, y así termino, la bufanda deportivista más bonita que tengo, y tengo muchas, me la trajo un amigo de Barcelona y pertenece a la peña Miau, a la que felicito desde aquí. Esa bufanda no tiene nada que ver con la tradición. Es predominantemente negra y me parece una auténtica obra de arte.
Abriendo las mentes, reconociendo la situación actual y conociendo la historia desde 1906, no desde que nos da la gana, llegaremos muy lejos otra vez con el Deportivo. Estoy seguro. Por el contrario convirtiéndonos en una especie de religión con ayatollahs e imanes defensores de la moral, como sucedía en la España de Franco con los bikinis y las minifaldas, nos hundiremos.
Eso sí, nuestro hundimiento será muy vertical.