Dudar del deportivismo de Fernando Vidal es como dudar de que el mar moja. Durante años colaboró con el club de forma tan desinteresada como altruista. Cuando hubo que dar un paso adelante, en una situación sobre la que ahora hay que hablar en voz baja para que no haya enojos o incluso broten disparates, Vidal lo dio todo para enhebrar junto a Tino Fernández una candidatura que en cinco años le ha dado al club la estabilidad financiera de la que carecía. El Deportivo sigue en causa de disolución si se atiende a su patrimonio neto negativo, que supera los 70 millones de euros, pero tiene un horizonte de futuro que le permitiría aguantar un tiempo, quizás no mucho sin que medie una nueva inyección económica, lejos de la máxima categoría.
Vidal fue pieza clave en la anterior directiva del club. Asumió la parte deportiva mientras el resto de integrantes del Consejo de Administración se enfocaron hacia otros aspectos. Se pueden discutir decisiones, modos o maneras, pero de lo que no puede albergarse duda es sobre su entrega. Le llovieron las críticas. Se implicó tanto, y con tamaño entusiasmo, que hasta se hizo recomendable la figura del director deportivo, no solo para dotar al club de una imprescindible estructura sino para alejar a uno de sus consejeros más vitales de la diana y la aleatoriedad que depara la pelota.
Casi cuatro años después de su entrada en el club, Fernando Vidal tomó la decisión de irse. Como se ha encargado de recordar en las últimas semanas, lo hizo con el equipo en Primera División (si bien tras el verano en el que se diseñó el grupo futbolístico que fracasó y firmó un lamentable descenso de categoría). Apunta que para entonces estaba entregado al Fabril, que logró ascender a Segunda B y se instaló en los primeros puestos de esa categoría. No lo hizo sin reproches. La gestión del filial, con un presupuesto que este año se redujo en un 60%, también fue severamente censurada por sectores que ahora saludan a Vidal como el presidente que necesita el Deportivo. “El Fabril de los catalanes”, fue lo más suave que se dijo de aquel proyecto. Hoy, uno de esos catalanes lidera el centro del campo del primer equipo y quien sabe si no puede dejar pingües beneficios en las arcas de la entidad.
Vidal se retiró a sus cuarteles de invierno. Y no salió de ellos, apenas para decir que le ilusionaría presidir el Deportivo, pero que jamás optaría a ello mientras Tino Fernández fuese presidente. Mantuvo esa lealtad hasta que con la salida del anterior presidente se consideró, legítimamente, liberado para optar al cargo. Cuando se presentó no fueron pocos los que entendieron que se trataba de una candidatura no continuista, pero sí en muchos aspectos deudora (si se permite la delicada expresión) de un modo de hacer las cosas. Vidal hizo un trabajo magnífico durante las semanas previas a la Junta de Accionistas del pasado 28 de mayo. Acudió a aquellos lugares donde sabía que estaba el granero de acciones, se movió, presentó su proyecto a los “grandes” accionistas (y debe entrecomillarse grandes porque así se consideran a quienes tienen el uno por ciento de la propiedad del club) y convenció a bastantes de ellos.
Vidal se trabajó la presidencia en buena lid. No la alcanzó, pero durante los días previos a la Junta se manejó con señorío. El día 19 de mayo, a poco más de una semana de la decisión final de los accionistas, acudió en su ronda de entrevistas al programa Coruña Deportiva de la Cadena SER. Allí mantuvo la siguiente conversación con los periodistas Adrián Candal y Fran Hermida:
– Adrián Candal: ¿El que quiera ser presidente necesita contar con el apoyo de Tino Fernández? ¿Su candidatura, la de Fernando Vidal, tendría suficiente fuerza con la negativa de Tino para salir vencedora?
– Fernando Vidal: El día 28 lo sabremos. No sé si Tino Fernández va a apoyar alguna candidatura o no. No sé si los otros grandes accionistas, aunque no tengan acciones delegadas, van a apoyar.
– Adrián Candal: ¿Fernando Vidal necesita el apoyo de Tino para…?
– Fernando Vidal: Fernando Vidal necesita tener muchas acciones, si son las de Tino también, pero necesita tener muchas acciones como los otros candidatos.
– Fran Hermida: ¿Y de entrada cree que puede contar con ellas, le ha comentado algo?
– Fernando Vidal: De entrada y de salida lo sabremos el día 28. El presidente nos ha remitido a que él el día 28 tomará una decisión. Yo no sé que va a hacer Tino, Estrella u otros accionistas que no se han manifestado de momento. Llegarán allí y tomarán la decisión que crean más conveniente para el club, pueden abstenerse, votar en contra de una candidatura o a favor de otra. Pueden hacer lo que realmente les plazca porque para eso hay libertad de poder elegir. Lo que tenemos que hacer los demás, todos, es respetarlo. Al revés que el señor Loira. Si gana otra candidatura habrá que apoyarla y que el clima que tenga sea plácido para que pueda desarrollar su programa.
Escuché el programa aquel día y lo he escuchado de nuevo hoy tras oír varios extractos de la rueda de prensa de Fernando Vidal a la que el que suscribe no fue convocado, como ocurrió con el resto de sus comparencias públicas cuando era candidato (intuyo que por involuntario olvido de sus responsables de prensa). Y no termino de entender que ha sucedido, más allá de que su anhelo de presidir el Deportivo no se haya cumplido.
Suscribo muchas de las palabras de Vidal el pasado día 19. Creo que Tino Fernández, como todos los accionistas de una sociedad, debe disponer, como señala Vidal, de “la libertad de poder elegir”. Y defiendo el legitimo derecho que expresa, tras la segunda pregunta que le hace Candal, de que el presidente saliente pudiese delegar en quien deseara, incluso en él. Estoy de acuerdo en que todos los accionistas, sin excepción, deben “tomar la decisión que crean más conveniente para el club” y que “pueden abstenerse, votar en contra de una candidatura o a favor de otra”. Firmo, y me parece esencial, la idea de que una vez proclamada una candidatura ganadora es preciso “apoyarla y que el clima que tenga sea plácido para que pueda desarrollar su programa”.
No acabo de entender, por el contrario, que se señale como factor decisorio en este proceso a alguien que tiene una cartera de 8.500 acciones en una Junta en la que se presentan 63.000. O que en todo caso se le censure que emplee acciones delegadas a su nombre como si aquellos que se las confiaron no supiesen leer que al lado de donde pusieron la cruz (o incluso si se tomaron la molestia de devolver al club el papel sin cubrir) pone en negrita (ese detalle estuvo en discusión en su día, pero un juzgado lo ha permitido seguramente para que se pueda leer mejor y no haya sombra de engaño) el siguiente enunciado: “delego mi voto confiriendo mi representación al presidente del Consejo de Administración, D. Constantino Fernández Pico, quien podrá votar en el sentido que estime más conveniente en cada uno de los puntos del orden del día sometidos a votación”.
Eso es lo que hizo el señor Fernández, al que supongo que no se le monitorizaron las etiquetas con sus votos para poder concluir con total certeza en que sentido se pronunció, dentro de esa libertad que para él invocaba Vidal el pasado día 19. Con más de 63.000 acciones representadas hubo más de 24.000 que votaron no a Vidal y a todos de sus consejeros. Incluso uno de ellos, el señor Poncet, acaparó más votos negativos que positivos. Fernando Vidal apunta que Zas no es un presidente fuerte, seguramente él tampoco lo hubiera sido mucho más con la abstención de Tino Fernández, con menos de 25.000 acciones que le hubiesen sostenido y casi 40.000 que no diesen un voto afirmativo. Con Tino, aquí también, en esas sombras que algunos perciben. ¿Qué es, en todo caso, un presidente fuerte? Se acaba de ir uno que tenía el apoyo del 99,8% de la Junta de Accionistas. Si el Deportivo, como todos queremos, sube a Primera y la temporada que viene se sitúa entre los diez primeros del campeonato, el supuestamente débil Zas se fortalecerá y lucirá vigoroso. Nadie que sienta al Deportivo puede desear que suceda lo contrario.
Me desagrada, en fin, que no cese de aludirse al cinco por ciento, que el Deportivo no pueda ser estable, que lleve en los cinco últimos años tantas juntas de accionistas como entrenadores y haya quienes censuren lo segundo y celebren que se perpetúe lo primero. Me chirría que la grada (parece ser que unánimemente, aunque a mí no me lo pareció así) le pida la dimisión al Consejo de Administración y que en cuanto hacen caso se les discuta que no era el momento. Dicen algunos seguidores de Vidal (también los de nuevo cuño) que por esa regla de tres tampoco este es mal momento, a 48 horas del partido más importante de la temporada y ojalá que en vísperas de otros que todavía lo serán más, para plantear ruedas de prensa como la que pilotó en un hotel coruñés. Lo hizo además ante la mirada cómplice, entre otros, de los máximos representantes del fútbol base coruñés, que han decidido jugar este partido. Estoy de acuerdo con los que creen que no se desestabiliza al equipo. Dani Giménez no volará menos a la escuadra por este tipo de discusiones y la mirilla de Carlos Fernández no perderá calibración porque se litigue sobre cuestiones societarias. En realidad a quien desestabiliza es a la gente, al deportivismo, a todos los que le dedicamos un tiempo a escribir, por ejemplo, artículos como el que acaban de leer en lugar de estar imaginando los goles que están por llegar.