Ganó cuatro partidos en 33 jornadas y empleó a 31 futbolistas. La temporada del Fabril acaba con un sonoro fracaso, un descenso a Tercera, el sexto de su historia, dañino porque el objetivo siempre confesado desde el club tras la llegada de Tino Fernández a la presidencia fue el de situar al equipo en la categoría de bronce, donde jamás ha sumado más de cuatro campañas consecutivas. Ahora baja a la segunda. El Fabril es la proa del desastre de un proyecto de cantera que requiere una redefinición inmediata y una identificación de los errores como enseñanza para el futuro.
Un proyecto tardío con refuerzos que se demoraron. El Fabril acabó la temporada pasada a finales de mayo. Ya entonces se sabía que varios de sus mejores futbolistas iban a dejar el equipo y que incluso alguno de ellos (al final Edu Expósito y Diego Caballo) tendría la opción de dar el salto al primer equipo si convencían al entrenador. La llegada de Carmelo del Pozo sirvió para reorientar la idea del filial porque además el descenso del primer equipo y el recorte sustancial en el tope salarial obligaban a hacerlo. Pero el equipo comenzó la Liga en cuadro y con la plantilla sin acabar de construir. El cántabro Javi Cobo, del que se esperaba que llevase la manija del equipo, jugó su primer amistoso con el equipo el 14 de agosto. Días después, ya en la semana de inicio del campeonato arribó el galo Salles-Lamonge. Tras el estreno liguero firmaron su ficha con el equipo el meta Pedro López y los extremos Juanje y Joni Montiel. Todos se suponen que debían ser pilares del equipo.
La vuelta de Tito y el baile de entrenadores. Enfangado en las presuntas irregularidades del Levante-Zaragoza de la campaña que le costó el descenso al Deportivo en 2011, a nadie se le pasó por la cabeza ofrecerle la continuidad en el club a Gustavo Munúa, que supo darle continuidad al trabajo de Cristóbal Parralo y conducir al equipo hasta la segunda plaza en su grupo y exprimir al máximo al Extremadura en la promoción. Se eligió a Tito, en el regreso de un referente del Fabril durante años. Pero tuvo que armar un equipo sobre la marcha y al noveno partido se optó por relevarle, detalle que ya alertaba sobre el nivel de la plantilla y el de las urgencias que generaban su mala clasificación, todo a pesar de que desde antes de la pretemporada ya se había dejado claro que el objetivo era pelear por mantener la categoría y formar futbolistas. A Tito le sucedió Sergio Pellicer. Con él se vieron detalles alentadores, un empate en Pasarón o una remontada inolvidable ante el Real Madrid Castilla, pero tras ese partido una racha de dos puntos de 24 posibles le descabalgó del puesto. Cuando llegó Luisito la salvación ya era poco menos que un milagro, pero tampoco mejoró los resultados de sus predecesores.
Las odiosas comparaciones. El recuerdo del equipo del año anterior siempre estuvo presente, a pesar de que lo que se le podía pedir al equipo no tenía nada que ver. Los supervivientes de aquel plantel, casi todos en la retaguardia, no se acercaron al nivel que ofrecieron con Cristóbal o Munúa. One y Quique Fornos, destacados en la zaga del año anterior, no se acercaron a su nivel. Tampoco se afianzaron en los laterales Lucas y Blas, que acabó saliendo al Unionistas, donde acaba de perder la titularidad. A Carlos López, que estuvo en la órbita del primer equipo, le lastraron las lesiones. Uxio, delantero de 28 años renovado entre aclamaciones, aportó hasta la fecha cuatro goles. Gaizka y Raúl González, dos refuerzos foráneos, eran secundarios hace un año y no dieron el salto a protagonistas esta campaña.
Los refuerzos. Ninguno se acercó ni por asomo al nivel de los que se fueron. Y eso que alguno llegó con un curriculum llamativo, quizás más en bajada que con el hambre con el que otros llegaron antes. Joni Montiel, con experiencia en el fútbol profesional, jugó sus mejores minutos de la temporada con el Deportivo frente al Nàstic. No ha podido marcar diferencias en Segunda B ni tirar del ataque del equipo. Menos lo hizo Juanje, un canterano del Sevilla que como él llegó sobre la bocina del mercado de fichajes. A ambos se les demandó un aterrizaje inmediato. El uruguayo May aportó esfuerzo y brega en la delantera, pero no anda sobrado de talento. Javi Cobo y Salles-Lamonge fracasaron en su intento de activar el juego del equipo en la medular. Dos piezas que ya habían debutado con el primer equipo como Bicho y Mujaid pasaron un año casi en blanco, especialmente preocupante en el caso del central, con varios episodios que debe rectificar si desea firmar la carrera profesional que se intuye a sus condiciones. Apenas el extremo Víctor García ofreció un buen inicio de campaña, antes de diluirse en la atonía colectiva.
El fracasado mercado de invierno. El 4 de febrero un comunicado del club anunció que la dirección deportiva con Carmelo del Pozo al frente asumía la gestión organizativa del equipo. Su primera decisión fue destituir a Pellicer y llamar a Luisito. Pero toda esa maniobra llegó justo tras un mercado invernal que acabó de sepultar al equipo. Abeledo, Leto, Segado y Juanmi Carrión llegaron al equipo, pero no lo reforzaron. Sólo el primero se ha consolidado en el once. En ese tiempo se decidió también la salida, entre otros, del delantero luso Pedro, cedido al filial del Braga, donde apenas ha disputado los tres últimos partidos.
El futuro. El equipo vuelve a Tercera División, donde ha jugado 32 de las últimas 43 temporadas desde que, con la creación de la Segunda B, quedó como cuarto escalón del fútbol español. En 2014 el equipo fue noveno en esa categoría antes de iniciar una reconstrucción que le llevó a jugar la promoción las dos temporadas siguientes, salir campeón en 2017, superar al Cacereño en la eliminatoria de ascenso, y sorprender en su primera campaña en Segunda B tras seis años de abstinencia en esa división que ahora abandona. Toca empezar otra vez practicamente de cero, con Valín, que aún acaba ahora edad juvenil, y Gandoy como referentes si se atiende a su participación con el equipo ya esta temporada. Con la aportación de bastantes chicos que se han fogueado en la categoría esta campaña gracias al convenio de filialidad del Laracha y con el regreso de algún futbolista que jamás debió salir de Abegondo. Con dudas también sobre el valor de un equipo juvenil que viene por detrás sin empujar la puerta, clasificado incluso por detrás del Ural. La elección del nuevo entrenador también marcará la pauta de lo que se pretenda.